4 de junio de 2013

El ciego y el publicista

Hoy quiero compartir con vosotros un cuento cuyo autor, por más que he buscado, no he conseguido encontrar.

En un barrio concurrido, un hombre ciego estaba sentado en una esquina pidiendo limosna. En su cartel los transeúntes podían ver “Soy ciego, ayúdenme por favor”. A pesar de que a su lado pasaban muchas personas, ninguna dejaba dinero, y el vaso que el hombre tenía destinado a recibir las monedas se quedaba desesperadamente vacío.

La mañana ya estaba avanzada cuando un publicista pasó por la zona. Observó al hombre ciego, miró su cartel y vio como nadie daba dinero. Se quedó un rato pensando, luego se acercó al hombre, le dio la vuelta al cartel, escribió unas palabras y se fue.

Enseguida el ciego pudo notar el cambio. Mucha gente se paraba a su lado, y no dejaba de escuchar el ruido de las monedas cayendo en el vaso. No pasó mucho tiempo hasta que se llenó el recipiente. Deseoso de entender lo que había pasado, el hombre preguntó a uno de los transeúntes que era lo que ponía ahora el cartel. El desconocido le contestó. Dice: “Es un bonito día. Puedes verlo. Yo no.”

Esto se puede aplicar a todo en nuestra vida, también a nuestras finanzas personales. Las mismas cosas se pueden hacer de formas muy diferentes. Si algo no funciona, prueba a hacerlo de otra manera, ¡seguro que hay alternativas mejores!

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